Freud y la interpretación de los sueños

Fue en su libro La interpretación de los sueños, publicado en 1899 donde Sigmund Freud argumentó por primera vez que la motivación del contenido total del sueño es el cumplimiento de deseos y que la incitación a tener un sueño u otro a menudo se encuentra en los acontecimientos acaecidos el día anterior. Freud afirma que ello puede verse fácilmente en los niños pequeños que suelen soñar en relación a lo que han vivido durante el día. En los adultos, sin embargo, la situación es más complicada, ya que según Freud, los sueños de los adultos han sido sometidos a la distorsión derivada, en gran medida, de los pensamientos «latentes» oníricos presentes en el inconsciente. Como resultado de esta deformación, el significado real del sueño se oculta: el soñador no reconoce su significado a no ser por la conexión y el significado de síntomas neuróticos.

En la formulación original de Freud con referencia al pensamiento onírico latente se describe como objeto de una fuerza intra-psíquica o «censura». Sin embargo, la discusión se formula en términos de super-ego y «fuerzas de defensa del ego». Durante la vigilia, afirmó, estas llamadas «resistencias» impiden que los deseos reprimidos del inconsciente entren en la conciencia y aunque estos deseos puedan surgir hasta cierto punto durante un estado de sueño profundo, éstas son todavía lo suficientemente fuertes como para producir «un velo a forma de disfraz» y ocultar su verdadera naturaleza. La opinión de Freud era que los sueños garantizaban «un cumplimiento disimulado de deseos reprimidos”.

Un análisis clásico de los sueños de Freud es el de «la inyección de Irma». Freud utilizó este histórico sueño para llegar a su teoría de que los sueños son realizaciones de deseos. En realidad, fue el primer sueño que interpretó cuidadosamente.

Freud había estado tratando a una paciente de histeria, Irma, en el verano de 1895. En un momento se propuso como solución un método particular que Irma no estaba dispuesta a aceptar. El tratamiento tuvo un éxito parcial, ya que ella lo suspendió antes de poder completar la terapia. Después de algún tiempo, Freud habló con un colega que trataba a Irma y le preguntó sobre su enfermedad y cuál era su estado. Freud fue informado de que Irma estaba «mejor, pero no en su totalidad”. Esa noche, Freud tuvo el sueño que ahora se conoce como “la inyección de Irma”. Él lo describió de la siguiente forma:

Un gran salón con numerosos invitados, entre ellos Irma. De inmediato, la lleva a un lado, como para reprocharle no haber aceptado su «solución». Le dice: “Si sigues teniendo dolores, es realmente sólo culpa tuya”. Ella responde: «Si supiera el malestar que tengo ahora en la garganta, el estómago y el abdomen; prácticamente, me están ahogando”. Se la ve pálida e hinchada y piensa que, después de todo, se debe tratar de algún problema orgánico. La acerca a la ventana y mira su garganta, ella muestra signos de obstinación y de rechazo pero a continuación, abre la boca lo suficiente para que Freud pueda encontrar, a la derecha, una mancha blanca grande. De inmediato, llama a un colega que repite el examen y lo confirma indicando: «No hay duda de que es una infección, pero no importa, la toxina será eliminada. … no mucho antes, le he suministrado una inyección (ve ante sí la fórmula impresa en negrita) … y especula sobre la necesidad de no dar este tipo de inyecciones tan a la ligera y piensa que, además, la jeringa quizá no había estado lo suficientemente esterilizada.

Freud interpretó que Irma reunía las características de varias mujeres reticentes a su método psicoanalítico y reconoció su deseo de no sentirse culpable de los padecimientos de su ex paciente. Ese mismo deseo es el que lo lleva a culpar al colega, en el sueño, ya que él como psiquiatra, no podría ser responsable de una dolencia orgánica.

Freud interpretó, en la vida real, el comentario de su colega médico, como una crítica hacia su método terapéutico y el sueño deriva pues de la responsabilidad que sentía de los problemas de Irma. Por lo tanto, el contenido del sueño es la realización de un deseo.

Se omiten pues las conexiones aparentes entre los elementos del sueño manifiesto y las ideas derivadas de cada elemento por asociación libre, de acuerdo con el procedimiento y normas psicoanalíticas. De ese material se llega a los pensamientos oníricos latentes y a los complejos ocultos del paciente a través de asociaciones con síntomas y memorias… El verdadero significado del sueño, que reemplaza al contenido manifiesto, siempre es claramente inteligible.

Los procedimientos del sueño incluyen:

-La condensación: un sueño objeto deriva de varias asociaciones e ideas, estos “sueños” son breves, pobres y lacónicos en comparación con el rango y la riqueza de los pensamientos oníricos.

-Desplazamiento: el significado emocional de un objeto de ensueño se separa de su objeto real o contenido y se une a otro completamente distinto que no levanta sospechas por parte del “censor”.

-Visualización: un pensamiento se traduce en imágenes visuales.

-Simbolismo: un símbolo sustituye a una acción, persona o idea.

A estos se deberían añadir una «elaboración secundaria» (el resultado de la tendencia natural del soñador para dar una especie de «sentido» o «historia» de los distintos elementos del contenido manifiesto).

Freud, de hecho, solía hacer hincapié en que no sólo era inútil, sino en realidad engañoso tratar de «explicar» una parte del contenido manifiesto haciendo referencia a otra parte como si de alguna manera constituyese una concepción unificada y coherente.

Freud consideraba que la experiencia de los sueños ansiosos y las pesadillas son el resultado de lapsus en el trabajo del sueño: en lugar de contradecir la teoría del «cumplimiento de deseos», estos fenómenos demuestran cómo el ego reacciona a la conciencia de los deseos reprimidos demasiado poderosos e insuficientemente disfrazados. Los sueños perturbadores (donde el sueño se limita a repetir experiencias traumáticas) fueron admitidos finalmente como excepciones a la teoría.

Freud describió famosas interpretaciones psicoanalíticas de sueños como «el camino real hacia el conocimiento de las actividades inconscientes de la mente», y fue, sin embargo, capaz de expresar pesar y descontento por la forma en que sus ideas sobre el tema fueron tergiversadas o simplemente no entendidas: «La afirmación de que todos los sueños requieren una interpretación sexual, a lo que sus críticos hacen referencia de forma innecesaria, no se menciona en parte alguna de mi teoría de la interpretación de los sueños … y está en contradicción con otros puntos de vista expresados”.

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